La relación entre Hans Selye, el pionero en el estudio del estrés, y Simon Dolan, un experto en valores, fue mucho más que una simple relación de mentor y alumno. Dolan no solo aprendió los fundamentos del estrés de Selye, sino que también encontró una inspiración para expandir esas ideas a un ámbito más amplio: la influencia de los valores en la forma en que gestionamos el estrés.
Los primeros días:
De pupilo a colaborador
Simon Dolan, a lo largo de sus años de formación, tuvo la oportunidad de estudiar bajo la guía de Hans Selye, quien ya era un gigante en el campo del estrés. Selye, con su teoría del Síndrome General de Adaptación, explicó cómo el cuerpo responde a cualquier tipo de estrés con fases claras de alarma, resistencia y agotamiento. Dolan, fascinado por este enfoque, comenzó a observar cómo estas respuestas fisiológicas se manifestaban no solo por factores externos, sino también por conflictos internos relacionados con los valores y creencias personales de los individuos.
En sus interacciones, Selye y Dolan compartieron un interés común: cómo el ser humano maneja los desafíos de la vida. Mientras que Selye aportaba su profundo conocimiento del cuerpo y sus respuestas fisiológicas, Dolan empezó a preguntarse: ¿Y qué ocurre con el aspecto psicológico? ¿Cómo influyen los valores que tenemos en la forma en que experimentamos el estrés?
La conexión entre estrés y valores:
De la biología a la psicologíacolaborador
Hans Selye siempre creía que el estrés no era inherentemente malo; lo que lo hacía negativo o positivo dependía de cómo lo experimentábamos y lo gestionábamos. Esta idea fue clave para Dolan, quien, con el tiempo, desarrolló su propio enfoque basado en los valores, concluyendo que cuando una persona vive en congruencia con sus valores, el estrés tiende a ser positivo o «eustrés», lo que nos motiva a crecer y desarrollarnos.
Selye le enseñó a Dolan que el cuerpo puede adaptarse al estrés hasta cierto punto, pero Dolan, al observar las dinámicas humanas, identificó que el conflicto de valores es un detonante importante del «distrés», o estrés negativo. Así, si alguien está en un entorno donde sus valores fundamentales se ven comprometidos o ignorados, la fase de agotamiento del estrés, según la teoría de Selye, se acelera y se profundiza.
Hans Selye siempre creía que el estrés no era inherentemente malo; lo que lo hacía negativo o positivo dependía de cómo lo experimentábamos y lo gestionábamos. Esta idea fue clave para Dolan, quien, con el tiempo, desarrolló su propio enfoque basado en los valores, concluyendo que cuando una persona vive en congruencia con sus valores, el estrés tiende a ser positivo o «eustrés», lo que nos motiva a crecer y desarrollarnos.
Selye le enseñó a Dolan que el cuerpo puede adaptarse al estrés hasta cierto punto, pero Dolan, al observar las dinámicas humanas, identificó que el conflicto de valores es un detonante importante del «distrés», o estrés negativo. Así, si alguien está en un entorno donde sus valores fundamentales se ven comprometidos o ignorados, la fase de agotamiento del estrés, según la teoría de Selye, se acelera y se profundiza.
Colaboración intelectual:
Más allá del laboratorio
Durante sus años de estudio y colaboración, Selye y Dolan debatieron sobre la importancia del contexto psicológico en la experiencia del estrés. Selye, quien veía al estrés como una respuesta universal, se interesó por la idea de Dolan de que el estrés puede verse amplificado o minimizado dependiendo de cómo las personas manejan sus valores internos. Para Dolan, este fue un momento revelador: si los valores están alineados con nuestras acciones, el estrés puede ser un motor de crecimiento; pero cuando los valores están en conflicto, el cuerpo y la mente entran en una batalla agotadora.
Dolan comenzó a explorar cómo los valores podían ser una herramienta para gestionar el estrés de manera más efectiva. Por ejemplo, en el trabajo, una persona que valora la autonomía pero que se encuentra en un entorno muy controlador experimentará un nivel de estrés mucho más alto que alguien cuyos valores están alineados con las reglas del entorno. Dolan, influido por los descubrimientos fisiológicos de Selye, argumentaba que las personas que viven y trabajan en consonancia con sus valores fundamentales no solo manejan mejor el estrés, sino que son más resilientes y productivas.
Anécdotas: De la ciencia al impacto humano
Una anécdota interesante que Simon Dolan ha compartido en ocasiones es cómo Hans Selye, a pesar de ser un hombre centrado en la ciencia dura, era un firme defensor de encontrar significado en la vida. Dolan recuerda conversaciones en las que Selye hablaba de cómo, al final del día, los factores externos que nos estresan pueden cambiar, pero lo que realmente importa es cómo respondemos internamente. Para Selye, el estrés no era simplemente un fenómeno biológico; también era una oportunidad para que las personas crecieran y se adaptaran a las circunstancias cambiantes.
Dolan tomó esta enseñanza y la amplió, integrando los valores en su enfoque sobre cómo reducir el estrés en organizaciones y personas. Los valores, según Dolan, son la brújula que guía cómo respondemos al estrés, una idea que resuena con la noción de Selye de que el estrés es inevitable, pero nuestra reacción a él define el impacto que tiene en nuestra vida.
De pupilo a líder en su campo
Con el tiempo, Simon Dolan se convirtió en uno de los mayores referentes en el mundo del coaching y desarrollo personal, especialmente en la gestión de valores. Su enfoque, profundamente influenciado por Selye, sostiene que el estrés no debe ser evitado, sino manejado de acuerdo con nuestros valores. Así, cuando Dolan trabajaba con líderes y organizaciones, promovía la idea de que la clave para manejar el estrés y generar bienestar es vivir de acuerdo con los valores personales y profesionales.
En conclusión, la relación entre Hans Selye y Simon Dolan no solo fue la de maestro y alumno, sino la de dos mentes brillantes que, desde diferentes ángulos, ayudaron a entender cómo el estrés y los valores se entrelazan en la vida humana. Selye dio las bases fisiológicas y Dolan completó el rompecabezas con la dimensión psicológica y emocional, creando un enfoque más holístico y humano para entender cómo enfrentamos los desafíos y tensiones de la vida.
Durante sus años de estudio y colaboración, Selye y Dolan debatieron sobre la importancia del contexto psicológico en la experiencia del estrés. Selye, quien veía al estrés como una respuesta universal, se interesó por la idea de Dolan de que el estrés puede verse amplificado o minimizado dependiendo de cómo las personas manejan sus valores internos. Para Dolan, este fue un momento revelador: si los valores están alineados con nuestras acciones, el estrés puede ser un motor de crecimiento; pero cuando los valores están en conflicto, el cuerpo y la mente entran en una batalla agotadora.
Dolan comenzó a explorar cómo los valores podían ser una herramienta para gestionar el estrés de manera más efectiva. Por ejemplo, en el trabajo, una persona que valora la autonomía pero que se encuentra en un entorno muy controlador experimentará un nivel de estrés mucho más alto que alguien cuyos valores están alineados con las reglas del entorno. Dolan, influido por los descubrimientos fisiológicos de Selye, argumentaba que las personas que viven y trabajan en consonancia con sus valores fundamentales no solo manejan mejor el estrés, sino que son más resilientes y productivas.
Anécdotas: De la ciencia al impacto humano
Una anécdota interesante que Simon Dolan ha compartido en ocasiones es cómo Hans Selye, a pesar de ser un hombre centrado en la ciencia dura, era un firme defensor de encontrar significado en la vida. Dolan recuerda conversaciones en las que Selye hablaba de cómo, al final del día, los factores externos que nos estresan pueden cambiar, pero lo que realmente importa es cómo respondemos internamente. Para Selye, el estrés no era simplemente un fenómeno biológico; también era una oportunidad para que las personas crecieran y se adaptaran a las circunstancias cambiantes.
Dolan tomó esta enseñanza y la amplió, integrando los valores en su enfoque sobre cómo reducir el estrés en organizaciones y personas. Los valores, según Dolan, son la brújula que guía cómo respondemos al estrés, una idea que resuena con la noción de Selye de que el estrés es inevitable, pero nuestra reacción a él define el impacto que tiene en nuestra vida.
De pupilo a líder en su campo
Con el tiempo, Simon Dolan se convirtió en uno de los mayores referentes en el mundo del coaching y desarrollo personal, especialmente en la gestión de valores. Su enfoque, profundamente influenciado por Selye, sostiene que el estrés no debe ser evitado, sino manejado de acuerdo con nuestros valores. Así, cuando Dolan trabajaba con líderes y organizaciones, promovía la idea de que la clave para manejar el estrés y generar bienestar es vivir de acuerdo con los valores personales y profesionales.
En conclusión, la relación entre Hans Selye y Simon Dolan no solo fue la de maestro y alumno, sino la de dos mentes brillantes que, desde diferentes ángulos, ayudaron a entender cómo el estrés y los valores se entrelazan en la vida humana. Selye dio las bases fisiológicas y Dolan completó el rompecabezas con la dimensión psicológica y emocional, creando un enfoque más holístico y humano para entender cómo enfrentamos los desafíos y tensiones de la vida.